Persona reflexionando sobre su crecimiento personal

Más Allá del "Echarle Ganas": Por Qué la Voluntad No Basta

"Echarle ganas" es el consejo universal para casi cualquier desafío. En la cultura del alto rendimiento, la fuerza de voluntad se idolatra como el músculo que todo lo puede. Sin embargo, muchos de los profesionales más disciplinados y exitosos se encuentran perplejos cuando esta misma voluntad falla estrepitosamente en áreas clave de su vida: en sus relaciones, en su ansiedad, en patrones de procrastinación o en hábitos autodestructivos.

La respuesta es que la voluntad es una función consciente, y con frecuencia, los problemas que no logramos resolver no residen en nuestra conciencia. Intentar "echarle ganas" a un patrón de ansiedad profunda es como intentar acelerar un coche que tiene el freno de mano puesto. La voluntad (el acelerador) es fuerte, pero una fuerza invisible (el freno) la anula. La terapia dinámica no se enfoca en "acelerar más", sino en entender y soltar ese freno.

Cuando la Fuerza de Voluntad se Agota

El agotamiento de la voluntad es un fenómeno real. Cuando nos forzamos a actuar en contra de un impulso interno profundo, gastamos una cantidad inmensa de energía mental. Esto no solo es insostenible a largo plazo, sino que nos lleva a un ciclo de culpa y autocrítica. Nos decimos: "No tengo suficiente disciplina" o "Soy un vago". La realidad es que, a menudo, no es una falta de voluntad, sino la presencia de un conflicto interno no resuelto, una lealtad invisible a un patrón antiguo, o una creencia central que sabotea nuestro deseo consciente de cambiar.

"Querer cambiar es el primer paso. Entender por qué no puedes cambiar, a pesar de quererlo, es el trabajo de la terapia."

El Origen de la Resistencia

En psicoterapia, llamamos "resistencia" a esta fuerza que se opone al cambio. Es crucial entender que la resistencia no es un enemigo; es un mecanismo de defensa. Su trabajo es protegernos de ansiedades o dolores que, en algún momento (a menudo en nuestro pasado), fueron insoportables. Por ejemplo, su patrón de procrastinación puede ser una defensa contra un miedo paralizante al fracaso; o su dificultad para poner límites puede ser una estrategia anticuada para evitar el abandono. Estos patrones no se rinden ante la simple "voluntad", porque su raíz es emocional y protectora. El cambio real no ocurre forzando la voluntad, sino comprendiendo y resolviendo la ansiedad que esa resistencia está tratando de gestionar.

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